domingo, 11 de abril de 2010

Desconciertos en el Café IV: John Tirado

Tras un pequeño parón, el domingo 11 era la fecha elegida para la cuarta cita del ciclo Desconciertos 2010.




Al igual que el día de Le Loup, las circustancias hacían prever una discreta entrada. Domingo, 9 de la noche, Santander; lo de siempre, vaya.

Y, de nuevo, agradable sorpresa al llegar al Café de las Artes y ver el buen puñado de gente que se había acercado a ver a John Tirado, guitarrista estadounidense afincado en Mallorca, que era el protagonista de la noche.

Es curioso. Unas horas antes del concierto, en medio de una conversación acerca de la cantidad de resurrecciones de grupos que se dan últimamente, un buen amigo, músico, me comentaba que le llamaba mucho la atención éste fenómeno, sobre todo cuando se trata de grupos que se habían separado por las diferencias entre sus miembros, y que habían vuelto a los escenarios a pesar de no haberlas resuelto.

Y me decía que le llamaba la atención porque para él la música lleva implícita la sinceridad, hasta tal punto, que él, personalmente, no es capaz de tocar con alguien con quien tenga algún problema. Necesita resolver ese problema para poder tocar cómodo.

Cuento todo esto a colación del concierto de anoche. John Tirado dio un recital de sinceridad. Se subió a un escenario con la única ayuda de una guitarra, y desplegó en un mantel imaginario todo lo que lleva dentro: voz, calor, simpatía, cercanía y talento. Mucho talento.

La primera muestra de sinceridad fue el modo en que sonorizó su guitarra.

Sin entrar en demasiados líos técnicos, basta decir que habitualmente una guitarra se puede sonorizar de 2 formas. Si la guitarra es eléctrica o electroacúsitica, podemos enchufarla con un cable a la mesa de sonido, y desde ella a los altavoces, de manera que el sonido que se produce al tocar la guitarra suena por los altavoces. Por otro lado, también podemos colocar un micrófono en frente de la caja de la guitarra, y que sea éste el que capture el sonido de la guitarra.

La diferencia, más o menos, es que conectando el cable, sólo se captura en ruido puro de la guitarra, sin ningún sonido ambiente, mientras que sonorizándola con un micro, se capta el sonido de la guitarra, pero también el rasgueo de las cuerdas, el deslizar de los dedos por el mástil, y cualquier otro ruidillo que se pueda colar por medio.

Pues bien. Anoche John Tirado optó por la opción más sincera. Lejos de buscar un sonido puro, prefirió enchufar la guitarra por línea (cable a la mesa de sonido), pero también con un micro dirigido a la caja de la guitarra. Lo que se suele llamar jugársela sin red.




Y así nos regaló hora y media de concierto cercano, muy cercano, entre canciones, sencillamente cálidas o cálidamente sencillas, comentarios, explicaciones e incluso alguna historieta, como su encuentro con Lou Reed en una tienda de discos de Nueva York.



Y, tal como vino, tras susurrarnos las canciones de su nuevo disco Slow-Motion Party, además de unas cuantas versiones (Space Oddity de Bowie y Perfect Day de Lou Reed entre ellas), se bajó del escenario, se acercó a la barra, y, cerveza en mano, charló con el público, firmó autógrafos, y se fue.


Dejando de lado las preferencias musicales de cada uno, los estilos, y todas esas estériles discusiones, lo de anoche fue la muestra de que la grandeza, la cercanía y la sinceridad tienen bastante que ver.


Texto: EnanoMirón.

1 comentarios:

Stoner dijo...

Genial Neve

(Espero que no acabaras muy tocado después del Rubicón)

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